viernes, 21 de diciembre de 2012

Todo lo que tengo lo llevo conmigo

Este libro es soberbio en su trasfondo, en su escritura, intelectual y emocionalmente. Se nota que Herta Müller es una ganadora del Nobel.

La historia surgió de la propia historia familiar de Herta, su mamá fue recluida en un campo de concentración ruso después de la 2a guerra mundial. Mucho de lo que se escribe, fue tomado de las charlas y apuntes que llevó a cabo con su amigo, el poeta Oskar Pastior que estuvo recluido también.

Me encanta la narrativa de ficción histórica, llena de situaciones reales dentro de un relato, es simplemente revivir la historia, aunque sea sobre hambruna, supervivencia, semiesclavitud, y claro, el ángel del hambre.

Y de eso trata la novela, de la vida de Leopold Auberg, de 17 años, que es deportado durante 5 años para hacer trabajos forzados en algún gulag siberiano mientras sufre terribles tormentos de su acompañante imaginario, el ángel de la muerte, que siempre está a su alrededor picándolo con la necesidad de comer: "Un gramo de pan, una palada".

Y de esta tragedia surge la narración de Leo, en forma de prosa poética disfrazada de tragedia, donde hasta cada turno es una obra de arte, una palada de carbón es poesía en movimiento, cargar un costal de cemento es una obra titánica. Todo con tal de engañar al hambre un rato y poder sobrevivir.

Y sí, tiene sus momentos retadores, pero vaya que es difícil superarlo y hacerlo a un lado. Siempre me quedaba pensando en la forma en que me involucraba con Leo y su hambre crónica.

El único pero que le pongo, es que no estoy muy familiarizado a esa forma de escritura que se usa en el libro y el ratos se me dificultó un poco avanzar.

Me quedo con la frase de la abuela: "Volverás", como un preludio para leer más obras de Herta Müller.

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